Perspectivas para el resto del año

Centro de Estudios en Ciencias Económicas CPCE de Salta. Escribe: Dr. Juan Lucas Dapena Fernández.

Estamos en agosto de 2016 y la inflación y estancamiento económico (recesión para algunos) son las materias pendientes a trabajar. Cuestiones que no son fáciles de solucionar y que se vienen arrastrando desde hace años.

Inflación
En lo que hace a inflación, las medidas que se han ido tomando estarían dando resultados, ya que la inflación se está desacelerando mes a mes, aunque se deba en gran parte a la caída en el consumo. La fuerte suba de las tarifas de todos los servicios están afectando todas las previsiones inflacionarias. En mayo el INDEC volvió a publicar estadísticas oficiales, y presentó una inflación del 3,1% para el mes de junio, mucho más alta que la prevista por varias consultoras y por el equipo económico del Gobierno.

Por un lado, se ha venido implementando una agresiva política monetaria de suba de tasas de interés para que el inversor y el público en general se encuentren atraídos a depositar su dinero en pesos, y de esa forma sacarle presión a los precios, además de limitar el aumento del precio del dólar. Inicialmente, la tasa de referencia fijada por el Banco Central para sus títulos de deuda (Lebac) alcanzó un pico en marzo del 38% nominal anual. En los últimos dos meses, las tasas de interés bajaron, y las Lebac parecen mostrarse estables, en un 30,25% o bien con una leve tendencia a la baja. En este contexto, la autoridad monetaria prevé seguir bajando las tasas de interés, aunque a un ritmo más lento.

Además, el Banco Central decidió subir los encajes bancarios en junio y julio un 2% promedio cada mes, y los bancos anunciaron trasladar la suba del encaje a los plazos fijos, bajando las tasas de interés; ya redujeron un 0,9%  lrevista_agosto_161a tasa del plazo fijo a 30 días, y se esperan más recortes. La baja de las tasas coincide con la suba del precio del dólar, que supera los $15,30. No está de más mencionar que en el mercado de futuros (Rofex) se está negociando un tipo de cambio de $16,90 a diciembre. Es decir, el mercado prevé un alza del 10% de aquí a fin de año. Cuestiones de fondo en la suba de precios ya no deberían existir, debido a que los mismos se han actualizado en demasía.
Por otro lado, desde la política fiscal, la intención de atacar el déficit público y comenzar a cortar y reasignar gastos improductivos parece que ha sido tomada en serio por el mercado, quienes ven factible que se reduzca el déficit y consecuentemente, eso disminuya la presión sobre la inflación. Los primeros meses del año, el Gobierno impulsó una baja fuerte del gasto público y la emisión monetaria. Según datos del Ministerio de Hacienda de la Nación, el déficit financiero de enero y febrero de 2016 fue de $22.734 millones y de $29.855 millones en el mismo bimestre de 2015, y en relación al gasto total se desaceleró un 39,3%. Además, se desaceleró la masa monetaria, que al 31 de marzo presentó una suba de 28,9% año a año, y que en 2015 había crecido un 45%. Sin embargo, los números parecen estar cambiando en los últimos meses, y el Gobierno está poniendo en práctica una política fiscal más expansiva, frente al descontento social provocado principalmente por la inflación y la fuerte suba de tarifas. Al 29 de mayo, la ejecución del gasto público creció a un ritmo de 15,8%, y hasta los primeros días de julio llegó a un 29,3%. El fuerte salto del gasto público se dio entre el 29 de mayo y el 3 de julio, llegando al 68% en la comparación con igual período del año pasado (estudio Broda en base a datos oficiales). Este mayor ritmo puede deberse a las transferencias a las provincias y al sector privado, y a la decisión de reactivar la obra pública que estuvo parada la primera parte del año. A esto se suma que la recaudación tributaria percibida por la AFIP no logró, en ningún mes de este año, aumentos interanuales que superen a la inflación. Por ejemplo, en junio el fisco tuvo ingresos por $174.597 millones, esto es un 24% más que en igual período del año anterior.

Estancamiento
En lo que hace a la reactivación económica, la cuestión es un poco más complicada, el hecho de que se reactive la economía depende más del sector privado y los consumidores que del gobierno. Además, el hecho de utilizar la suba de tasas de interés para combatir la inflación, tiene como efecto negativo que plancha la economía,
debido a que suben las tasas y es caro pedir dinero prestado, ya sea para inversión, para consumo personal o bien para comprar productos en cuotas con interés. Además, una alta tasa de referencia no sólo le quita actividad a la economía, sino que también puede revista_agosto_171llegar a presionar al proceso inflacionario, porque un financiamiento más caro en la estructura de costos de las empresas se traslada al precio final de los productos.
No obstante, la intención clara del Gobierno Nacional es que con los ingresos producidos por el blanqueo de capitales que comienza el mes próximo se reactivaría agresivamente la obra pública, con el efecto derrame dentro de la economía (generación de puestos de trabajo y reactivación de numerosos sectores vinculados a la construcción). Ello permitiría mostrar una gestión de gobierno activa y volcando fondos a la economía en inversiones de infraestructura. Por esta razón, hace unos días el Ejecutivo nacional volvió a pedir al empresariado que se sume al blanqueo. Por otro lado, existen beneficios fiscales para aquellos que al blanquear su dinero lo apliquen a ciertos instrumentos financieros que permitirían potenciar el desarrollo de la economía, o a fondos comunes de infraestructura o inmobiliarios, o a fondos que financien al Estado. Además, el jefe de la Unidad de Información Financiera sostuvo que se perseguirá a los que intenten blanquear dinero de delitos graves, y que no se investigará al evasor tributario.
En números, el Gobierno espera recaudar US$20.000 millones con esta iniciativa, algunos bancos privados creen que llegarán entre US$40.000 millones y US$60.000 millones, y otras fuentes más pesimistas sostienen que no serán grandes los ingresos por el blanqueo, por las ventajas para exteriorizar sin aportar recursos al Estado, y porque la operatoria no incluye el efectivo ingreso del dinero al país sino sólo su declaración.

Entonces, si ingresan capitales al país gracias al blanqueo y se vuelcan a inversiones de infraestructura o productivas, existe una potencial reactivación de la actividad económica argentina. Adicionalmente, se suma el sector agropecuario, que es el que ha quedado mejor posicionado (con la devaluación, la baja de retenciones, la eliminación de los derechos de exportación y la extensión de los plazos para el ingreso de divisas) para producir y tirar hacia delante a las economías regionales, que aún no mejoran su situación. Ezequiel De Freijo, analista del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA), afirma que de los 20 sectores, que en el primer bimestre más aumentaron sus exportaciones, 18 son del sector agroindustrial. Además, la competitividad de las economías regionales aumentó a un promedio del 28% en mayo de 2016 en comparación con noviembre de 2015, un mes antes de la devaluación y quita de retenciones, según el Índice de Competitividad de las Economías Regionales (ICER) que elabora Economía & Regiones.