Estrés Laboral: el Síndrome de Burnout

Escribe: Lic. Walter Vizcarra

El estrés forma parte de nuestra vida cotidiana hasta tal punto que puede considerarse como “el malestar de nuestra civilización”, afectando tanto a la salud, al bienestar personal, a la productividad como a la satisfacción laboral y colectiva.
En el contexto de la salud laboral surge el desarrollo de un nuevo proceso: el “síndrome de Burnout” (también conocido como síndrome del quemado o del agotamiento), que es un tipo de estrés laboral que puede tener consecuencias psicosomáticas, conductuales, emocionales, familiares y sociales; y que puede ser motivo de ausencia laboral, bajo rendimiento y accidentes laborales.
Los cambios ocurridos en el entorno socio económico y en el mercado laboral han contribuido significativamente al desarrollo y a la extensión del síndrome en la actualidad. Entre estas transformaciones se encuentran los cambios en la estructura de los sectores económicos, que han originado un fuerte crecimiento del Sector Servicios, y la aparición de nuevas formas de trabajo caracterizadas por la necesidad de trabajar más tiempo en contacto con los clientes y usuarios de la organización.
El síndrome de Burnout afecta más a aquellas profesiones que requieren un contacto directo con las personas y con una “filosofía humanística” del trabajo, es decir aquellas que necesitan altas dosis de entrega e implicación. Así, son muchos los trabajadores potencialmente afectados por el síndrome (cajeros, enfermeros, médicos, trabajadores sociales, docentes, policías, recepcionistas, secretarias, etc.), y además está muy extendido en los sectores de la educación, hostelería, gastronomía, sanidad, supermercados, justicia, seguridad, servicios sociales, servicios financieros, periodismo, etc. Este fenómeno también ha sido descripto en otro tipo de profesionales, como directivos y mandos medios de cualquier tipo de organización, entrenadores y deportistas, e incluso ha sido estudiado fuera del ámbito laboral (amas de casa).
Este problema se atribuye, principalmente, a la falta de motivación, al trabajo monótono y repetitivo, así como a la ausencia de valoración emocional y de reconocimiento y logro hacia el colaborador.
Para algunos investigadores (Haber- man, 1995) el síndrome del agotamiento es una condición en la cual el colaborador se considera a sí mismo como un empleado y deja de ser un profesional. El colaborador trabaja sin ningún compromiso emocional por su labor y sin percibir un sentido de eficacia. La pérdida del interés o del placer por la profesión tiende a aumentar la irritabilidad, la tensión; se experimentan, entonces, episodios de vacío o tristeza durante los cuales las actividades son marcadas por sentimientos de poco valor o culpa, culminando en una sensación de fatiga o falta de energía en su labor.

SÍNTOMAS
La forma de manifestarse se presenta bajo unos síntomas específicos y estos son los más habituales:

Psicosomáticos: fatiga crónica, trastornos del sueño, úlceras y desordenes gástricos, frecuentes dolores de cabeza, pérdida de peso, dolores musculares, etc.
De conducta: ausentismo laboral, adicciones (tabaco, alcohol, drogas), incapacidad para vivir de forma relajada, superficialidad en el contacto con los demás, comportamientos de alto riesgo, aumento de conductas violentas, predisposición a accidentes, comer en exceso, falta de apetito, conductas impulsivas, alteraciones en el habla, risas nerviosas, incapacidad de descansar, temblores.
Emocionales: distanciamiento afectivo como forma de protección del yo, aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e irritabilidad, sentimiento de omnipotencia, desorientación, incapacidad de concentración, sentimientos depresivos, distanciamiento afectivo, sentimientos de culpa, vergüenza, mal genio, tristeza, baja autoestima, tensión, nerviosismo.
Efectos sobre el trabajo: menor capacidad en el trabajo, acciones hostiles, conflictos, comunicaciones deficientes, detrimento de la calidad de los servicios que se presta a los clientes, ausentismo, relaciones laborales pobres, altas tasas de cambio de trabajo, mal clima en la organización, antagonismo con el trabajo, falta de satisfacción con el desempeño del empleo, baja productividad.
Efectos sobre el pensamiento: Incapacidad para tomar decisiones, incapacidad para concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueos mentales.
Las evidencias que afectan al individuo en el inicio de esta enfermedad, se re- conocen en varias etapas y son:
1.- Exceso de trabajo.
2.- Sobre esfuerzo que lleva a estados de ansiedad y fatiga.
3.- Desmoralización y pérdida de ilusión.
4.- Pérdida de vocación, decepción de los valores hacia los superiores.

LA ORGANIZACIÓN Y EL ESTRÉS

Diversos estudios nos indican que cuanto mayor grado de control tienen las organizaciones, más aumenta la desmotivación que les puede llevar a casos de Burnout. Por lo que para intentar que no aparezca este síndrome, como profesionales en Administración y Organización debemos prestar atención y ayudar a prevenir el estrés laboral aplicando diversas técnicas de management:
Estructura horizontal o más aplanada.
Estructuras descentralizadas.
Estructuras con mayor grado de independencia.
Promociones interna justas.
Flexibilidad horaria.
Apoyo a planes de formación y planes de desarrollo de la carrera profesional de los colaboradores.
Mejorar el clima laboral y las comunicaciones internas.
Mejorar el ambiente físico de trabajo: ruido, vibraciones, iluminación, higiene, espacio físico, temperatura, etc.
Mantener excelentes relaciones interpersonales y grupales (ha sido considerado un “colchón” para los efectos del estrés laboral).
Lógicamente, lograr una Organización sin Burnout, puede parecernos una utopía, pero tenemos que trabajar para que esta enfermedad aparezca lo menos posible en nuestras empresas y que no se convierta en una de las enfermedades profesionales del siglo XXI.

ALGUNAS SUGERENCIAS PARA REDUCIR EL AGOTAMIENTO

Se ha desarrollado una serie de estrategias para ayudar a convivir con este tipo de estrés.
Es, sin embargo, conveniente tener presente que cada persona debe encontrar una combinación única de estrategias individuales que lo ayude a mantener su bienestar físico y psicológico:
Realizar actividades relajantes fuera del ambiente laboral.
Organizar su tiempo y establecer prioridades.
Discutir sus problemas con otros colegas o colaboradores.
Conocerse a sí mismo e identificar debilidades y fortalezas.
Tener confianza en las habilidades propias.
Establecer fronteras para proteger la vida privada.
Identificar cualquier aumento de tensión.