Bioeconomía: el enfoque de moda

En muchos ámbitos se habla de la bioeconomía como el nuevo paradigma de la Ciencia Económica, surgida a consecuencia de la emergencia ecológica. Sin embargo, la bioeconomía es todavía ambigua: ¿Es otra vuelta de tuerca del capitalismo o es realmente un modelo de desarrollo alternativo?
En el último tiempo se ha puesto de moda hablar de la “bioeconomía”, un término que reintroduce la variable naturaleza al análisis económico, variable que siempre estuvo desde el punto de vista de la explotación, pero no tanto desde la sustentabilidad.
¿Y esto por qué? Todo indica que sonó la alarma ecológica asociada a la sobreexplotación y al ya no tan lejano agotamiento de los recursos, lo que sin dudas representa un importante desafío para los modelos de desarrollo tradicionales. El hecho de que los recursos del planeta son limitados algo que el industrialismo había omitido en principio alimenta una toma de conciencia inédita, y la necesidad de replantear todos los sistemas productivos.
En este sentido, no está claro cómo satisfacer las nuevas demandas de una población mundial que, en pocas décadas, alcanzará los 9.000 millones de personas. Ante esta perspectiva algo hay que hacer, y la sociedad mundial parece hallarse en una encrucijada, ante lo cual las posibilidades que se ofrecen no serían tantas. Se podrían formular en estos términos: o se sobreexplotan otras vetas de la naturaleza con el peligro de agravar la crisis ecológica o la economía se reconcilia con los ciclos biológicos lo que conduciría a un “de crecimiento”.
En cualquiera de los casos se está utilizando el mismo término: bioeconomía. Cristian Patermann, integrante del Consejo de Bioeconomía del gobierno alemán, se inscribe dentro de los que proponen una explotación sistemática de la biomasa como alternativa de futuro. Según reconoce, sólo un tercio de las áreas cultivables que estaban disponibles en 1950 lo estarán en 2020. Este solo dato plantea la necesidad de que algo hay que hacer para alimentar a las personas.
La solución, en teoría, pasaría por explotar el conjunto de materia orgánica disponible para transformarla en fuente de energía y bioproductos. Eso incluye a los cultivos tradicionales, los cultivos bioenergéticos y los deshechos agrícolas y agroindustriales.
Se trata de ampliar la escala de la elaboración de alimentos, la producción de biocombustibles, biogás, energía térmica, biopolímeros y compuestos químicos intermediarios y finales.
Pero el término bioeconomía, además, está siendo usado por quienes vaticinan un fin de ciclo del capitalismo. La hipó tesis de estos investigadores como es
el caso de Nicholas Georgescu Roegen postula que ya es hora de que el proceso económico abandone el carácter ilusorio de un crecimiento ilimitado y se avenga a someterse a las leyes fundamentales de la naturaleza.
No se trata, por tanto, de un atajo a la escasez de recursos naturales, mediante el expediente de explotar la biomasa, sino de un cambio de rumbo dramático de la economía, cuya lógica es incompatible con los ciclos biológicos básicos. Pero eso presupone salir de la lógica de crecimiento continuo. Sería concebir el proceso económico como una extensión de la evolución biológica, y someter las leyes del mercado a las de la naturaleza.
La bioeconomía, a nuestro juicio, es una revolución científica, entendida desde los postulados de Thomas Kuhn, en virtud de que es una nueva configuración del sujeto racional por el sujeto complejo, en el cual, este último, es otro más entre las especies que conviven en el planeta tierra y que no es solamente racional sino multidimensional.