Por Experiencia Propia – Un mundo de seres coloridos y fosforescentes que compiten contra sí mismos

Escribe: Cr. Martín  Simesen de Bielke / Runner
Todavía recuerdo mi primera vez. Eran las 6am del 7 de mayo de 2011. La línea de largada, repleta de verdaderos atletas del running de montaña. Sus cascos con linternas profesionales iluminaban la fría noche. Yo, ingenuo e inexperto, con mis zapatillas y short de tenis en completa oscuridad, estaba listo ahí pensando que hacer 80 km de carrera en las montañas salteñas era algo parecido a jugar un partido de fútbol. Bastaron solo 5 km para darme cuenta de que para correr había que entrenar. Con todo mi amor propio pude completar los primeros 40 kilómetros en 14 horas. Los restantes 40 km los hice en un récord de me- nos de 2 horas…. pero en la camilla de la ambulancia de Gendarmería. Y pensar que el que ganó la carrera completó los 80 km del circuito en tan solo 7 horas.
Varios meses me demandó recuperarme de semejante locura e irresponsabilidad. Durante ese tiempo empecé a conocer corredores en serio: Miguel Farfán, Jorge García, los SaltaHumaras, Natalia Suppa y, finalmente, a los queridos Kasianos. Junto a todos ellos me sumergí en el hermoso submundo del ultra-trail y aún no puedo salir. Cada carrera pasó a ser un plan fantástico, inigualable. Así pasaron el Raid de los Andes, el Cruce de los Andes, Conociendo la Pachamama (y vaya si la conocí, 103 km en casi 24 horas sin parar), la Patagonia Run, la SanLo Trail, la Calchaquí Trail, la Fiambalá Trail y muchísimas más.
En este camino, aprendí lo increíble de correr en equipo con la inquebrantable Valentina Cha. También pude descubrir muchísimos valores positivos  de  este  deporte: podios compartidos (sin importar quien es primero o segundo), planes con amigos, fair play, solidaridad, salud y amistad. Escuché millones de anécdotas del nuevo eslabón de la cadena del ser humano: el homorunniens, un ser que sólo piensa en kilómetros por minuto.
Hoy, luego de casi 6 años, me invade una enorme alegría cuando veo la cantidad de seres coloridos y fosforescentes que deambulan por tantos lugares de nuestra hermosa ciudad, soñando con batir sus propios tiempos o quizás solamente buscando un poco de paz en un mundo de extrema locura. Estoy convencido de que nosotros,   profesionales   envueltos en planillas de excel y atormentados por vencimientos, podemos escapar por algunas horas de la Matrix tributaria y adentrarnos en este submundo de tranquilidad. ¡Los espero!