El conflicto

Conflicto es una palabra que a muchas personas puede desestabilizar, generar incomodidad, incertidumbre, temor por todos los posibles problemas que nos puede acarrear. Esto es cierto sólo si no somos capaces de entenderlo y gestionarlo asertivamente.
El Conflicto no es bueno ni malo, simplemente existe porque es propio del ser humano como ser social, en interacción y en una búsqueda constante por conciliar los propios intereses con los del otro.
Esta perspectiva del abordaje constructivo del Conflicto es posible bajo la luz del nuevo Paradigma del Consenso. Un paradigma es un conjunto de modelos, supuestos, juicios, principios y creencias que rigen en una comunidad en un momento determinado.
Construir una Civilización del Consenso es posible si abordamos los Conflictos como una oportunidad para crecer y llegar a Acuerdos en donde todos somos ganadores.
Los indicios que nos permiten visualizar un potencial conflicto se presentan en forma no lineal y sutil, manifestándose como momentos de incomodidad, incidentes recurrentes, malentendidos, situaciones de tensión hasta llegar finalmente a la crisis. Analizando esta secuencia del Conflicto, podemos identificar sus elementos: las partes, las posiciones, las percepciones y los intereses.
Cuando se presenta un Conflicto, nuestras reacciones pueden variar significativamente, ya que los aspectos de contenido y relacionales del mismo determinan su impacto. Algunas veces decidimos retirarnos o alejarnos para no tener que gestionarlo; otras decidimos suprimirlo, hacer de cuenta que no existe; a veces decidimos la estrategia dura de “yo gano /tú pierdes”; también podemos pactar, como paliativo para intentar detener su escalada; y finalmente podemos decidir actuar desde el Paradigma del Consenso con la estrategia “yo gano / tú ganas”.
Es muy importante cuando decidimos gestionar un Conflicto identificar en qué estado se encuentra: estado de latencia, que es cuando hay partes con intereses contrapuestos pero aún no ha ocurrido nada que lo muestre, este es el momento de “prevenir”. El segundo estado es cuando el Conflicto emerge, es cuando se manifiestan actitudes que lo muestran, se produce la lucha de poder y se busca la homeostasis del sistema resolviendo. El último estado es cuando el Conflicto, por su escalada,
no puede ser resuelto, al menos en este momento, por lo que es hora de contener. Se hace la contención buscando que el Conflicto no llegue a atravesar el “umbral destructivo”.
Una herramienta muy útil, que nos ayuda a gestionar un Conflicto, es el trazado de un Mapa del Conflicto.
Elaborando un mapa podemos visualizar todas las opciones posibles y es más fácil tomar una decisión.
Para diagramar el Mapa necesitamos saber tres cosas: descubrir el problema, identificar a todas las partes implicadas y definir las necesidades y temores legítimos de todas las partes.
Más allá del desarrollo “científico” del tema y de las herramientas que podamos aprender, para abordar un Conflicto, es vital y necesario comprender que es una oportunidad para crecer, evolucionar y realizarnos, para adaptarnos a un mundo cuya constante es el cambio, sin sentir miedo o ansiedad cada vez que escuchamos o decimos esa palabra.