Menos gasto público es más desigualdad

Escribe: CPN Carlos Parodi /Jefe de Gabinete de MinistrosEn estos tiempos de crisis, aparece con mayor énfasis la discusión cotidiana sobre actividad económica, tasa de interés, inflación, paritarias, presión fiscal, emisión monetaria, gasto público, déficit fiscal, endeudamiento; por mencionar solo algunos de los temas que generan mayor debate en nuestro país.
Aprovechando la oportunidad de escribir unas líneas, y porque resultaría muy extenso referirse a cada uno de ellos, me gustaría hacer hincapié en el tan cuestionado y a veces estigmatizado “gasto público”. Pareciera que ese es el problema de la Argentina de hoy, porque se lo vincula al déficit fiscal. No se tiene la misma visión sobre los ingresos fiscales, siendo que son las dos caras de una misma moneda.
Con esa mirada sesgada, es legítimo que se reclame su reducción. Son pocos los que proponen un gasto público eficiente cuando, más allá de cuánto se gaste, la cuestión de fondo es cómo se gasta. El análisis de la realidad de nuestra Provincia puede ayudar a otro enfoque.
En Salta, la composición del gasto público ubica a la cabeza a la partida presupuestaria destinada a personal, que ronda el 50%, y el resto, de manera decreciente, se distribuye entre transferencias, especialmente a municipios, inversión en obra pública y gastos en bienes, servicios y transferencias a otros organismos.
La magnitud del monto que se destina al pago de sueldos no puede explicarse sino se pondera una de las principales obligaciones del Estado, con una mirada periférica y profunda, y es la de prestar servicios básicos esenciales tales como salud, seguridad y educación. Son muchas las áreas y sectores en los cuales debe interactuar el Estado, generando incluso posibilidades de desarrollo, pero me refiero puntualmente a aquellos servicios que requieren de presencia física de personas para su prestación.
Resulta necesario un docente en una escuela rural en Victoria, como en el centro de nuestra ciudad de Salta, nuestros niños requieren de igual atención, lo mismo en seguridad y salud. Alcanzar 100% de cobertura en salas de 4 años, de acuerdo a la Ley de Educación vigente, requiere de más edificios, pero también de más docentes. El crecimiento poblacional de nuestra provincia que está por encima de la media nacional, obliga también a ampliar permanentemente la cobertura de estos servicios.
Es cierto que las provincias registran un elevado gasto público, pero son las que prestan estos servicios esenciales, quienes concentran más del 65% de los empleados públicos de la Argentina, por razones obvias, puesto que son quienes prestan los servicios de salud, seguridad y educación. Particularmente en Salta, el Poder Ejecutivo destina del total de su gasto en personal, el 49% a Educación, el 20% a Salud y el 21% a Seguridad; esto significa que el 90% está destinado a esas tres áreas de gobierno. En definitiva, eso es cobertura, por supuesto debe ir acompañado de calidad y eficiencia en la prestación, y para eso se utilizan herramientas fundamentales como la tecnología, pero la presencia física en muchos casos es irreemplazable, docentes frente a alumnos, policías en la calle, médicos en los hospitales.
Gasto público también es inversión en obra que ataque la pobreza estructural, permitiendo el acceso a viviendas y a servicios esenciales de agua, gas, luz y cloaca, y también que ataque la pobreza de ingresos, generando condiciones para el desarrollo de los diferentes sectores de la economía, con inversión por ejemplo en caminos y energía, lo que a la postre generará mano de obra en el sector privado.
Una  Argentina creciendo demográficamente necesita más Estado que llegue a los puntos más recónditos para resolver problemas históricos, mejorando la calidad de vida de los habitantes y creando las condiciones para el crecimiento.
Mirado de esta forma, siendo eficiente y haciendo una correcta aplicación, entiendo que menos gasto público es más desigualdad, por eso no se puede tener solamente una visión fiscalista. Cuando lo hacemos de esa forma nos olvidamos que detrás de los números hay personas, niños de carne y hueso, que no podemos abandonar. Hace falta más Estado, más gasto público eficiente y bien aplicado.
En ese camino deben entenderse los esfuerzos por lograr las reformas legislativas pendientes, de disciplina fiscal, del sistema tributario y de coparticipación federal, la madre del federalismo. Y en eso se está trabajando.

Gasto público también es inversión en obra que ataque la pobreza estructural, permitiendo el acceso a viviendas y a servicios esenciales de agua, gas, luz y cloaca, y también que ataque la pobreza de ingresos, generando condiciones para el desarrollo de los diferentes sectores de la economía, con inversión por ejemplo en caminos y energía, lo que a la postre generara mano de obra en el sector privado.