Día del Graduado

Una mañana fría y soleada fue el contexto ideal para los homenajes previstos al Gral Belgrano, primer economista del país.

Los graduados en Ciencias Económicas de Salta celebraron su día con el acto oficial que se realizó en el Monumento al General Manuel Belgrano, ubicado en la Plaza de Balcarce y Belgrano.

Estuvieron presentes el presidente de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas, Cr. Jorge Paganetti; el presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Salta, Cr. Oscar Briones; el rector de la Universidad Nacional de Salta, Cr. Víctor Hugo Claros; y el Dr. Jorge Skaf, del Instituto Belgraniano de Salta; entre otras autoridades y numerosos profesionales del medio.

Un detalle que le puso bullicio y alegría al homenaje, fue la participación de alumnos de la Escuela Benjamín Zorrilla que llevaron sus Banderas de Salta y Argentina. Por la tarde, se realizó una misa en la Catedral Basílica en memoria de los matriculados fallecidos y en agradecimiento por el trabajo.

BELGRANO, INTEGRO Y VALIENTE

El Gral. Manuel Belgrano, fue sin dudas, una persona de indiscutida valentía y profundos valores que puso de manifiesto en cada faceta de su vida. Desde el creador de la Bandera, que todos conocemos apenas comenzamos la primaria, hasta el desconocido economista que con una ética intachable, puso a disposición de la comunidad conocimientos técnicos en pos de mejorar la calidad de vida. En ese hombre probo nos miramos los profesionales de las Ciencias Económicas, este día y siempre”, señaló el presidente del Consejo, Cr. Oscar Briones.

Un párrafo de una carta que Belgrano le escribió a San Martín en 1813, lo describe íntegro aun en la adversidad:

“ (… ) no tengo ni he tenido quién me ayude y he andado por los países en que he hecho la guerra como un descubridor; pero no acompañado de hombres que tengan iguales sentimientos a los míos de sacrificarse antes que sucumbir a la tiranía. Se agrega a esto la falta de conocimiento y práctica militar, como usted lo verá, y una soberbia consiguiente a su ignorancia con la que todavía nos han causado mayores males que con la misma cobardía. En fin, mi amigo, espero en usted un compañero que me ilumine, que me ayude, y que conozca en mí la sencillez de mi trato y la pureza de mis intenciones, que Dios sabe no se dirigen ni se han dirigido más que al bien general de la patria y a sacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que viven… (…) Empéñese usted en volar, si le es posible, con el auxilio y en venir a ser no sólo amigo, sino maestro mío, mi compañero y mi jefe si quiere; persuádase que le hablo con mi corazón como lo comprobaré con la experiencia constante”.